jueves, 22 de julio de 2010

Promesas rotas

Cambios; gente que llega a mi vida casi de la nada: chispeante, nueva, exótica, con su vida hecha en lugares lejanos, y una forma de vivir diferente, y claro, con costumbres que no son habituales para mí. De pronto, mutuamente somos fuente de conocimiento de las culturas en las que nos tocó crecer. Nos damos compañía y compartimos charlas, risas, afecto, chat, regalos a modo de ofrenda que viajan medio mes para llegar a destino, por esa relación tan atípica que existe.

Como olvidar las promesas por doquier, juramentos de complicidad que pensé no se romperían porque existía amistad por encima de todo, la famosa confianza mutua , la tan marketeada entrega porque- nunca- conocimos- a- alguien- como- esa- persona. Todo es luz y alegría por haber encontrado a ese ser que es mucho más que un amante cualquiera, porque el romance termina; en cambio la verdadera amistad, esa que trasciende la distancia, diferencias y tiempo, para nosotros significaba más porque se trata de esa persona cómplice que buscábamos, nuestra alma gemela. No necesitábamos lo “típico”; nosotros sabíamos lo que había, un acuerdo tácito donde íbamos a apoyarnos mutuamente el tiempo que fuera necesario, estando aquí o allá .

Durante este tiempo nos sentimos entregados, dueños de un vigor que es capaz de dibujar sonrisas con sólo pensar en nuestros sobrenombres ; para ese momento ya hemos entregado ese afecto tan celosamente guardado y congelado.

Pero toda historia exultante tiene un reverso...todo tiene su final, nada dura para siempre, como diría la canción... ¿qué sucede cuando te cansas de querer ver a esa persona triunfar y que todo no es más que un intento fallido donde tu tiempo, confianza, cariño ,y consejos se fueron por el desagüe?, ¿qué pasa cuando quieres dejar definitivamente a la persona que estabas acompañando en su larga búsqueda de paz porque te cansaste de sus ruegos y sus pedidos de oportunidades ? , ¿qué pasa cuando sólo esa persona te busca en las malas, pero en sus buenas no te toma ni el saludo? , ¿qué sucede cuando después de unos días de supuesta tranquilidad esta persona , el “cómplice amigo” abandona todo y simplemente se desvanece? , ¿qué sucedió?, ¿ qué falló?.

Estuve tratando de explicar el comportamiento de alguien que casi acaba infiltrándose en mi vida. Hoy sé que calza perfecto con el término " Pulseador " .Este personaje, es alguien que tantea, mide, dice lo que sea para ganarse la confianza de uno(a), y cuando lo logra, pierde el interés... ¡Eureka!.

Un pulseador es una persona que llega de improviso a mi vida, queriéndose instalar en ella, y tener un papel protagónico ( el período de tiempo puede variar ). Con el pulseador la tranquilidad va echando agua por todas partes... es implacable e insistente ; pone en duda todas mis convicciones, queriéndome someter a intentos de lobotomías. Es duro y dulce, malvado y tierno, roca y flor.

Creo también que puede aparentar abrir su corazón para dejarme vulnerable . Finalmente logra anclarse en mi mente, y una vez logrado esto, se torna inestable y voluble, retractándose de todo lo que alguna vez mencionó. Niega todo lo que argumentó para obtener mi aceptación. Ya no quiere hablar, y tal vez le convenga. Me pregunto si todo este vaivén, es sólo por su orgullo herido y mi predecesora desconfianza.

Recuerdo las palabras de mi amable profesor : “No es que ellos nos engañen , sino que nosotros sólo vemos lo que queremos” ;¡cuánta razón tiene!.

Yo me cegué, me enterqué, no hice caso a consejos que me decían que no iba a sacar nada bueno de mi confianza ciega en esa persona, no hice caso siquiera a mis corazonadas que decían que lo que nace enfermo, moriría peor ; no ví los baches, las incoherencias, no pensé en los momentos cuando quería dejar de ser “esclavo” de promesas que nadie le obligó a hacer, no quise aceptar que era voluble e inconstante porque emprendía proyectos y sin terminar asumía otro, no quise asumir de que cada intento fallido suyo, me hería, y me hacía sentir cada vez más impotente,ansiosa e inútil; no quise ver que no podía y no quería hacerse cargo de sí mismo, no quise ver que alguien de casi 30 años me utilizaba casi siempre como paño de lágrimas, así como no quise aceptar que esta amistad por más que yo me esforzara en sostener, iba a ceder a estos detalles que se volvieron cada vez más gigantes e insostenibles; y tampoco quise ver que es una persona enferma, un prisionero de un mundo de placebos que son para él esas cosas que usa para evadir el mundo del que piensa, adolece; así como él no supo ver lo mucho que significaba para mí, el que en algo mis palabras lo hubieran ayudado o al menos reconfortado.

También sé y reconozco que supo sacar cosas buenas olvidadas en mí , como la cortesía, amabilidad, y atreverme a dejar de lado esa barrera de autoprotección con la que trato de sostenerme.

No sé si llegues a leer estas líneas, pero este es el último ejercicio que hago después de saber que sigues completo y con vida. Lo supe el lunes. Ya basta. Sé que prometí estar incondicionalmente a tu lado, pasara lo que pasara, y que nunca cesó ese latido de aparente presencia en tus frases cariñosas… pero las palabras, tienen que concordar con los hechos. Nothing else.

Un nuevo amigo me dijo que cada una de estas experiencias te quita un pedacito de corazón, pero que a cambio te endurece y hace fuerte. Es cierto, y por eso te agradezco y te deseo lo mejor. Adiós.