martes, 18 de mayo de 2010

Acerca de la Indiferencia

¿Qué hacer frente al silencio y frío abrumador de la indiferencia?.

Responder esta pregunta tamborilleante y dolorosa, me tomó varias temporadas; y llevé mucho tiempo dándole vueltas: la desmenucé, estiré y volví a contraerla. La quise difuminar, a veces extinguir. Pero esta interrogante se había convertido en mi monotema personal. Debía darme mis propias explicaciones; esas que me llevarían a entender por qué es que por un tiempo estuve viviendo un periodo sordomudo, autista y sin escapatoria. Acepté estar en una jaula y me condené por buen tiempo a no salir de ella… y lo más absurdo, yo misma alejé la llave que podía abrir esa cárcel.

Cinco años tuvieron que pasar para darme cuenta que mi patrimonio era yo misma y no debía esperar a que llegara una salvación aleatoriamente. Nadie vendría a rescatarme, la única dotada para hacerlo, la única capaz de salir de ese sopor por propia iniciativa, era yo.

Ahora sé que de nada sirvió el intentar evadir explicaciones que aparecían como ráfagas; claro que sabia que vivía en un infierno, y debí aceptar que en mi vida, indiferencia había por doquier.
Después de rumiar probables y potenciales respuestas, creo que por fin llego a entender un poco mejor a esa compañera infaltable durante un periodo de mi vida. Su presencia en mi vida fue protagónica, y llevó mucho tiempo instalada en mi diario vivir. Sí, era inherente a mi existencia, y se convirtió en mi siamesa y joroba emocional.

Conocí su lado arrollador, ese que abruma, agobia y adormece, y que te hace sentir invisible e inservible tal como el mueble voluminoso y deplorable que ya convertido en mamotreto, sólo puede merecer olvido.

Pregunto de nuevo: ¿Qué fue indiferencia para mí?...Pues… Hielo seco…destructivo, lacerante, humillante. Indiferencia es matar de a pocos a la persona, minarla por dentro, podrirla, volverla de cartón, y de paso, cerrarle la boca para que no grite de dolor.

La indiferencia también, (creo) puede tener un absurdo sentido, porque puedes hacer (o deshacer) sin que importen consecuencias, ya que jamás obtienes reacción alguna.

Hay bula no solicitada. Hagas mal o bien, da igual, porque nunca habrá respuesta. También, sabes perfectamente lo que es hablar contigo mismo ( no ,no son voces; eres tú preguntándote y respondiéndote en vista que la interrogante que te atreviste a hacer, nunca fue respondida,, y como ya llevas en tu cuenta personal como 13 000 sin responder, llegas al punto de resignarte a hablarte solo porque lo aprendiste autodidácticamente y mediante la modalidad ruda) .

Es un partido ya jugado, un diagnóstico pasado, un juicio concluido, no hay cambios en la historia. Se sabe de antemano que depara el futuro. Todo es crónicamente sordo, mudo, y carente de emoción.

Es peor que algún reproche, grito --y seguro habrá quien me critique--, pero creo incluso que es peor que un golpe, porque el golpe físico, desaparece a los días, tiene caducidad, y se cura además con alguna medicina… ya hubiera querido que la solución hubiera sido tan fácil para mí; pero hay llagas que están abiertas por mucho tiempo, y no hay pócima que las cure; están abiertas y supurando a borbotones dentro de uno.

La indiferencia doblega el espíritu de una persona y la caricaturiza. Y si se somete a alguien a dosis diarias, su panorama será eternamente gris, sin sobresaltos, pero triste... un casi eterno monólogo. Todo su mundo se convertirá en un rictus de melancolía.

Mi convivir con la indiferencia empezó ya hace tiempo, fui testigo y partícipe de una guerra fría muy cruel que casi me dejó en escombros.

Hay muchas maneras de ser cruel, y que sean indiferentes con uno, es de los modos más letales y efectivos (además de perverso) para neutralizar el espíritu de una persona.

Fui sometida a este trato por la persona en quien yo quería confiar, ese hombre en el que quise tener fe y serle leal de por vida. Mi cariño y respeto quedaron en el aire, y por supuesto que también el amor que quise dar, fue mellándose de a poquitos, ¿como ofrecer algo si es que ni siquiera te pueden decir: "No, gracias" ?

De nada sirvió poner la otra mejilla, y esperar con desesperación al menos una reacción de su parte. Claro, a veces caían migajas que yo recogía con avidez. Pero éstas, las pude contar con los dedos de una sola mano.

Después de un tiempo de aquel modus vivendi , era un pequeño mounstruo., la versión femenina de mr. Hyde. La amargura me gobernaba, anduve furiosa con mi suerte y mi mundo trastornado, renegando por haber sido tan torpe en elegir una quimera que en cortísimo plazo me hizo sumamente infeliz. A pesar de mi cambio calamitoso, no pude hacer que este hombre volteara a verme; no sucedió, no sirvió… él seguía incólume, anodino e inderrumbable. NADA fue útil.

Al empezar esta historia, ilusionada en tener mi versión propia de casita en la pradera, llegué optimista y crédula; al salir, era incapaz de creer en nadie, ni en nada; le perdí la Fe a cualquier cosa a la que antes me pude aferrar y sin mirar atrás iba con cara de zombie extraviado en un mundo de gente con vida.

Hoy, no vivo mas esa historia, respiro nuevos aires, me emancipé y salí de ese ambiente tóxico que me estaba destruyendo; estoy lejos de todo aquello que logró --sólo temporalmente por suerte-- degenerarme al punto de mendigar atención y quedar esperando algo que nunca iba a llegar. El camino de vuelta a mi yo real fue lento, pues retomar quien era, fue todo un proceso. Aprendí a quererme sola y re apreciar el cariño que me dan mis seres queridos y con eso me basta para estar tranquila y optimista. Renové mi seguridad y confianza. Hoy, sé que me aparté por fin de un pasado que por suerte poquito a poco va haciéndose más pequeño y volátil. Hoy sonrío porque acaricio un porvenir lleno de paz interior y amor propio. Ha regresado mi dignidad : La recuperé.

2 comentarios:

Eva Fénix dijo...

Creo que lo más triste sucede cuando intentamos, por todos los medios, obtener la atención de alguien que no merece nuestros esfuerzos. En cuanto a los sentimientos, muchas veces obviamos los méritos... se quiere o no se quiere. Pero cuanto más prudente sería aprender a despegarse por un momento, mirar de fuera, medir, cotejar, comparar y finalmente decidir si vale la pena seguir luchando por ese indiferente. Muchas veces encontraremos mejor pasar de ello, rendirnos, reconocer el fracaso y avanzar.

Besos

sebastian dijo...

BUENISIMO EL COMENTARIO DE CARLA!!!!!!!!!!!!!

Y TU RELATO ME HA DEJADO MUERTO, UFFFFFF.

ESTOY ANTE DOS MUJERES QUE SABEN DONDE METER EL DEDO, NO APRA QUE DUELA, SINO PARA NO DEJAR DE MIRAR.

UN BESO VANESSA, MUY BUEN RELATO!

Y OTRO BESO A LAS DOS .