domingo, 18 de marzo de 2012

Memorias (parte1)

Mi madre murió en Nochebuena. Siempre quise saber por qué escogió esa fecha para quitarse la vida. Supongo que fue para darle algo de solemnidad a una decisión que al día de hoy, considero cobarde.


De ese día, tengo algunos recuerdos: de noche, encerradas en su habitación, tendió una manta para que yo pueda jugar mientras ella se alistaba para que saliéramos juntas; íbamos con mi bisabuela. Se maquilló muchísimo porque recuerdo haberla visto llorar también ese día; lo suyo, era llorar con frecuencia, renegar a ratos, estar adormecida a veces gracias a sus infaltables pastillas y sonreír poco. Cuando finalmente acabamos con esa visita (que mucho tiempo después supe que era su forma de despedirse de alguien que sí quiso), me llevó muy tarde a un restaurant a comer, compramos luces de bengala, fósforos y un cd de villancicos.

Al llegar a casa, me puso el pijama mientras repetía lo mucho que me quería y finalizó con un beso en mi cabeza. Tomó mi mano y nos fuimos a lo que iba a ser su sala en un supuesto futuro cercano, aunque en ese momento todo estaba en absoluta oscuridad. A lo lejos ya se podían apreciar por los ventanales los fuegos artificiales que celebraban la fecha . Sentadas en el piso, prendimos esas luces y recuerdo que reímos mucho, mientras ella me decía que yo era un hada y que podía conceder los deseos que quisiera.


Cuando terminó el festín con esas luces que parecían interminables, entramos al cuartito y puso el cd, cantamos un villancico y luego me dijo que era hora de dormir juntas. Me abrazó, volvió a decirme que me amaba y que seguro en otras navidades yo sería muy feliz y tendría muchos obsequios. En su cama, me estuvo haciendo caricias en la cabeza, hasta que me perdí en el mundo de los sueños. Después de esa Nochebuena a mis 6 años, todo fue un cambio para mí…


El 25 en la mañana escuché un murmullo preocupado y sólo sé que me alejaron de esa habitación. De pronto me ví en el primer piso de la casa de la abuela. Tomé el chocolate y comí el panetón reglamentario para la fecha, mientras sonrisas nerviosas de mi abuela y tío se iban manifestando esporádicamente para mí; lo raro de ese día fueron las seguidas conversaciones telefónicas a escondidas y visitas…muchas visitas de personas que no conocía. Lo bueno de ese día fue que me dieron obsequios…. Recuerdo que me sentía contenta, pero cuando pregunté por mamá, sólo me decían que ya la vería o que había salido. Siempre era la misma respuesta.


Cuando pasaron unos días, me dijeron que mamá se había ido a Lima --a la clínica--, que tenía que ver a la doctora; y cuando parece que ya no habían posibles respuestas, recibí la visita de mi padre. El ausente crónico, hacía acto de presencia en esa pequeña ciudad donde vivía. Me escabullí para que me atrapara porque quería jugarle una broma. Cuando me cansé de esperar a que me encuentre, salí del escondite y vi a mi abuela hablando con él. Discutían. Todo muy diplomático eso sí, las voces no estaban demasiado elevadas, pero noté que los dos estaban muy tensos como para prestar atención a mi aparición. En un momento él le reclamaba por algo y ella negaba. Luego se callaron y cuando pronuncié “papi”, voltearon sorprendidos, como cuando alguien se ve en evidencia. Mientras él estiraba los brazos para cargarme, ella le dio un sobre. Mi padre sólo estiró la mano de modo autómata, recibió la misiva y le dio la espalda, llevándome en brazos.


Hoy, muchos años después, a pesar de que nunca pude hablar claramente del asunto con mi padre (porque cada vez que lo hacíamos acabábamos a los gritos), sólo resumo todos esos días en una pregunta que jamás pude hacerle a mamá: ¿Por qué?. ¿Por qué no tuviste el valor de seguir viviendo?.¿Acaso yo no era razón suficiente para que decidas acompañarme un tiempo más en el mundo?..¿No sabes lo sola que estaría mucho tiempo en mi vida y que hubiera deseado al menos saberte presente en mi existencia de modo esporádico?.


Un día después de esa conversación que presencié entre mi abuela y papá, fui llevada lejos de donde pasé gran parte de mi vida. De una casa grande, fui llevada a un departamento capitalino; de pasar mucho tiempo con mi familia materna, después estaba acompañada de un adulto que no sabía muy bien qué hacer conmigo; de muñecos y juguetes variados, luego sólo tenía algunos que fueron metidos a mi maleta a la carrera…todo era un cambio. Me hicieron creer que eran vacaciones. Lo creí. Y cuando preguntaba por mamá, la respuesta era siempre la misma: Se fue de viaje a ver a otro doctor. También lo creí porque en el pasado esos viajes por motivos de salud de mi madre, eran habituales.


Con mis 6 años, estaba tranquila recibiendo llamadas de familiares, saliendo con papá y haciendo que me compre lo que quisiera la mayoría del tiempo, con una niñera que contrató para que me acompañe mientras él estuviera ausente. Fueron unas vacaciones bastante fecundas en objetos y caprichos infantiles combinadas con reales esfuerzos de papá para tender un puente de comunicación entre los dos. Sé ahora que seguro le costó muchísimo (heredé esa dificultad comunicativa). Me aferré mucho a él a pesar de sus permanentes silencios, voz baja para conversar y dificultades para demostrar sus sentimientos hacia mí. Honestamente, sí lo quise mucho durante un tiempo. Lo quiero aún, y siempre lo voy a querer porque contribuyó en mi venida al mundo, y sé que hizo lo que pudo para darme una existencia normal…somos y seremos familia siempre, aunque por mucho tiempo lo culpé por no haberse esforzado en mantener nuestra familia unida, mostrarse pasivo ante la separación y haber contribuido a la marchitez de mamá ...dolorosas razones por las que estuvimos muy alejados y resentidos.


Pasaron muchos meses en los que los días transcurrían entre una nueva escuela y hogar. Ya me había acostumbrado a la presencia de una persona que ayudaba en casa con los quehaceres y que hacía las veces de niñera, cuando ella llegó… (continuará)

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buena narrativa, amiga mia, Y lo de "dificultad para comunicarte", no lo creo. Espero el desenlace.

Eva Fénix dijo...

Muy muy interesante el relato...

Pedro dijo...

muy bien,a esto se le llama tristeza controlada